Antiguamente, las traducciones se realizaban con la ayuda de diccionarios y con mucho conocimiento de gramática y ortografía. Poco a poco empezaron a surgir nuevos términos idiomáticos y el lenguaje se empezó a especializar en áreas profesionales como el de la medicina, derecho, ingeniería, etc. A raíz de estas nuevas especialidades que requerían de la traducción de textos profesionales específicos, empezaron a salir diccionarios especializados en las diferentes áreas profesionales. Traducir requería de mucho tiempo y mucha dedicación de parte del traductor.
Con el avance tecnológico, las máquinas de escribir pasaron a segundo plano y los procesadores de texto empezaron a ganar terreno. Las impresoras hacían un ruido increíble y solo tenían tinta negra. Pero, aun así, los diccionarios eran la herramienta primordial en las traducciones.
Hoy en día, en pleno Siglo XXI, los métodos de traducción han avanzado notablemente. Ahora se cuentan con diccionarios virtuales o digitales, programas de computación creados exclusivamente para traducir, traducciones a tiempo real automatizados (orales y escritos), transliteración, traducción mediante máquinas o traducciones robóticas, conversión de textos escritos a formatos de otros idiomas.
Anteriormente, un texto de mil palabras tomaba de 3 a 5 días, dependiendo de la dificultad del texto a traducir. Ahora, con las herramientas digitales, el mismo texto toma entre 2 a 3 días. La aparición o creación de estas herramientas modernas de traducción han cambiado la forma de trabajar de los traductores quienes deben mantenerse actualizados con el uso de estas herramientas para obtener buenos resultados en las traducciones.
Ahora, los documentos por traducir o traducidos se pueden enviar por correo electrónico o por mensaje de texto, haciendo este proceso aún más fácil y rápido
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Aunque estas herramientas son muy útiles y aumentan la productividad del traductor, no debemos olvidar que, sin la experiencia ni el conocimiento de un traductor profesional, las traducciones serían solo palabra por palabra y no una traducción con significado. El traductor pone su experiencia, su conocimiento cultural de ambos idiomas, su sentido común y su parte humana. Por ejemplo, un destornillador es muy útil para poner o sacar tornillos, pero si no utiliza su mano y su conocimiento, no serviría para nada.
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